sábado, 28 de febrero de 2015

EL IDIOMA DIGITAL: EL NUEVO `ESPERANTO´ DE LA ECONOMIA EUROPEA



Se habla mucho de la idoneidad de aprender idiomas extranjeros: inglés, alemán, chino, árabe, etc porque nuestro futuro profesional dependerá del nivel de entendimiento y negociación en otras lenguas. Mucho se ha politizado en el tema pero poco se ha avanzado. Seguimos chapurreando y malhablando en cualquier idioma extranjero.
En España se da la circunstancias que en algunas partes del territorio, la gramática del español/castellano no se aprende, se ningunea, se borra de la vía pública  y hasta se vulnera sentencias judiciales en su defensa. Sus detractores se conforman a lo sumo con practicar el lenguaje oral, aún a costa de un deficitario registro idiomático, ortográfico y léxico de todos sus alumnos (españoles). En vez de visualizarse las ventajas de las CC.AA. bilingües añadiendo otro(s) idiomas extranjeros, parecen seguir anclados en patrones mentales decimonónicos. Luego lamentarán que esos jóvenes en edad laboral tengan sus limitaciones connaturales e idiomáticas.


Sin duda los idiomas: oficiales, co-oficiales, extranjeros, lenguas muertas, son importantes porque vivimos en el siglo XXI de las comunicaciones. Sin embargo, también nos olvidamos de otro idioma cuando menos, igual o más relevante que todos los anteriores. Se trata del idioma DIGITAL.  El mundo del mañana no se entenderá sin un idioma global como el digital. Me temo que autoridades, educadores, padres de familia y tutores estamos prestando poca atención a este nuevo idioma, porque si no no se entiende que pese a la globalización de las redes y a la digitalización de la sociedad y la economía, en España obviemos su relevancia estratégica y su parca inversión estratégica. A lo sumo, la política industrial española contempla a fecha de hoy  la “administración electrónica”, como si los usuarios no tuviéramos derecho a más.

 Otros países más aventajados, ya apuestan seriamente por digitalizar TODA su economía (administraciones públicas, entidades privadas y sociedad civil). ¿Por qué? Porque asumen que las TICs (tecnologías de la información) moverán la industria, los servicios, el sector primario, la educación, la familia y el ocio. Por ello hace tiempo que se habla de la Industria 4.0, del Internet de las cosas, del Big Data, de la interconexión e interactividad entre sí de toda la maquinaria industrial, de las oficinas, del hogar y de las actividades de recreo. Apenas daremos un paso adelante sin que intermedie un chip o una conexión de banda ancha, wi-fi o satelital. El idioma digital será el nuevo petróleo de las economías modernas. Los emprendedores serán digitales y no presenciales como hoy en día. Del cloud computing pasaremos al Cloud Thinking y en especial al Cloud Feeling.

Digitalizar la economía, la administración y el hogar pasa por apostar por un despliegue de redes de banda ancha hasta todos los rincones del país. En especial de las zonas sombrías y núcleos rurales. Estos últimos para democratizar, socializar y revitalizar el desarrollo federal (ecuánime) de las zonas más despobladas del país. Con las TICS podremos volver al campo porque tendremos las mismas herramientas que los emprendedores digitales, pero viviendo en una zona más natural, menos contaminada y con mayor calidad de vida que las futuras mega-urbes.
La formación continuada sustituirá a la reglada  pues gracias a las TIC´s podrá llevarse a cabo las 24 h del día los 365 días del año, a gusto del usuario, no dependiente de horarios comerciales y a unos costes casi cero.
Pero el idioma digital no se aprende por generación espontánea. Como los idiomas extranjeros, el idioma digital requerirá de sus esfuerzos: manejar y dominar todo el entorno digital, herramientas y descubrir las posibilidades, todo ello apoyado con unas redes `ultrasónicas´. Por su parte, los formadores tendrán que estar a la altura. No hablamos de manejar lo más básico, sino de incitar, motivar y despertar la pasión  a pensar en digital (cloud thinking) y actuar en digital (cloud feeling). Cuanta mayor alfabetización digital obtengamos, antes descubriremos todas las ventajas y desventajas que se nos brindan, elevando nuestro nivel de competitividad y de interactividad (inter-) planetaria.

Los emprendedores del futuro serán digitales. Hoy en día hay países con una tasa del 40% de emprendedores digitales que están en red con sus nuevos negocios online. Si queremos combatir el desempleo en países europeos, como España, mejorar las tasas de fracaso escolar, favorecer la formación continuada y en suma aumentar la productividad, parece obvio apostar por una nueva política industrial que contemple el despliegue de la banda ancha por todo el territorio y universalice Internet 2.0  como antaño el agua, la luz , el teléfono o la señal de TV. Hay quienes afirman con razón que la banda ancha  podría generar en España  2 millones de empleos nuevos. Yo me atrevo a elevar esa cifra si pensáramos en digital. Los emprendedores digitales interactuarán con la administración pública, la industria, los servicios, el campo, la oficina, la familia, la escuela, el trabajo, la política y el ocio. Todo ello en tiempo real, no con el desfase anacrónico actual. Invertir en enseñar el nuevo idioma digital, tal vez sea la mejor inversión estratégica que Europa y España hayan hecho jamás, tanto desde el punto de vista del PIB como desde el punto de vista del impacto ambiental. El poder político y los operadores privados percibirían pronto su rédito con una industria digital puntera que actuaría de locomotora. Me remito a esos países que ya piensan en digital y han empezado a digitalizar su economía. El miedo es infundado, los beneficios enormes para un país tan privilegiado como el nuestro, pero que con tanta facilidad nos negamos al cambio.