jueves, 24 de agosto de 2017

EUROPA ANTE EL RETO DIGITAL NO PUEDE SEGUIR RESISTIENDOSE AL CAMBIO

La resistencia al cambio. Esta es tal vez la característica más sobresaliente en Europa, y España tampoco es ajena. Cualquier modelo innovador de negocio digital que parezca poner en peligro las empresas ya existentes son respondidas por sus colectivos con amenazas y huelgas. Así se entiende que en la UE, a diferencia de EE.UU., cueste que triunfe la innovación en la nueva era digital con empresas de la denominada economía colaborativa. Y la resistencia no sólo es social, sino también legal y política. En ocasiones, porque sus legisladores proceden del pensamiento analógico. Un emprendedor diría: "Es el futuro digital, imbécil". Otros que es la economía del conocimiento




Empresas como Cabify, Uber, Airbnb, pero también Google, junto con Amazon, Apple, Netflix o la proliferación de los drones por mencionar unos cuantos, nacen y  se disparan en la bolsa tecnológica de USA. En  Europa por contra le buscamos todas las cosquillas para defender la inmovilidad y resistir una tendencia importada que está por ver su futuro. En el fondo, hay que reconocer que los modelos clásicos (analógicos) en Europa no  se pueden justificar sólo argumentando la  defensa a ultranza de los derechos de los trabajadores y el pago de los impuestos (faltaría).

La llegada de la 4ª revolución digital, la inteligencia artificial  y las máquinas inteligentes, trastocarán (también en Europa) todos los oficios y empresas de cualquier sector. Pero sobre todo el talento y el aprendizaje cognitivo. Hay que amoldarse, no oponerse parapentándonos en el marco legal vigente. El marco normativo se puede y debe adaptar, permitir y saludar los nuevos conceptos digitales.

Qué pasará entonces cuando se digitalice (robotice) en los próximos años algunos sectores analógicos como:
- la enseñanza presencial y el papel de los maestros (primaria, secundaria y superior)
- las farmacias y la venta de medicamentos
- la salud asistencial y el papel de los médicos
- la asistencia jurídica y la burocracia judicial
- las finanzas, las auditoras y el controlling de las cuentas
- la banca de barrio
- los Recursos Humanos y el nethunting
- las relaciones personales y los robots de compañía
- la política clásica frente a la gobernanza digital
- la religión y la nueva visión de la fe (New Age por ejemplo)
- o la ética y moral clásicos frente a los nuevos valores

¿Saldremos a la calle en huelga para defender el status-quo? ¿Paralizaremos la economía porque han surgido nuevas iniciativas digitales que compiten por buscar su nicho de mercado en contra de los modelos de empleo clásicos? Cada vez son más los gurús que auguran que en pocos años todos los oficios y negocios se volverán digitales para sobrevivir en un mundo interconectado. Cuanto antes asumamos el cambio de paradigma en Europa mejor para innovar y crear empleo, aunque conlleve alterar un marco normativo que sigue anquilosado en el pasado.


No puede ser que modelos y productos del siglo XIX sean los que marquen las pautas del siglo XXI en los inicios de la era digital. Ninguna revolución anterior se impuso sin dolor, pero no por ello  debemos anclarnos en el pasado y oponernos al progreso. Porque Europa o demuestra músculo para adaptarse al futuro o estará condenada a ser un continente de la tercera edad.