
Y es que aquellos entonces, con la crisis del petróleo, la deuda de los nuevos países industriales o los efectos del crac bursátil de octubre de 1987, pese a su gravedad imperaban las "buenas formas" del gentleman tan en desuso actualmente. Hoy se impone el bucanero, el zaherí del saludo, el corta-créditos, el asalta-trenes, el pistolero, el terrorista, el talibán ideológico, el intolerante nacionalista, el grafitero de conciencia, la factura en B, el convoluto, los multadores de carteles, el recreo reprimido, el 3 por ciento, el parado de larga duración, el "tú más", el fiscalizador de ventosidades... porque a (casi) nadie se le pasa por la cabeza emular a la Pantera Rosa.
Los gentlemen son eso, si acaso: gentilhombres, correctos, ejemplares, educados, emuladores, positivos, tolerantes por encima de todo.... dispuestos a dar su alma en caso extremo por un ideal sin conjugar improperios. En suma, la casta con pedigrí que queremos convertir a los herederos de nuestra generación.
