jueves, 13 de diciembre de 2018

LA DESCARBONIZACION DE LA ECONOMIA REQUIERE DESCARBONIZAR TAMBIEN EL PIB

La gran prioridad de Europa y del mundo occidental, como estamos viendo en las negociaciones contra el cambio climático, pasa ahora por descarbonizar el planeta y descarbonizar la economía. Así se pretende en todas las cumbres multilaterales como la última de la ONU sobre el Clima en Katowice en Polonia. 

Poner límites a las emisiones expulsadas a las atmósfera, restringir el tráfico  en las ciudades, atajar los gases con efecto invernadero, prohibir los motores de combustión en unos años, así como el empleo del plástico, apelar al consumo responsable y a la economía circular, fomentar las energías renovables… todos son paliativos. 
Lo que no podremos es erradicar nuestra huella ecológica porque todas las actividades humanas tienen su impacto ambiental. Pretende descarbonizar la economía sin descarbonizar el PIB (producto interior bruto) es ilusorio. A quienes llevan años apelando por un cambio de paradigma. Este cambio pasa por animar a las autoridades nacionales a un cálculo novedoso de la renta nacional (PIB) teniendo en cuenta las externalidades del patrimonio natural (ecológico) consumido y/o dañado sin reparar, y que tarde o temprano tendremos que reponer.

En el 2013 vió la luz cierta iniciativa a favor de recalcular el producto interior bruto y su sustitución por un nuevo PIBe, es decir producto interior bruto ecológico. Pero no sólo por cuestiones económicas de valorar financieramente los costes de reponer el stock ambiental dañado, sino también por cuestiones de salud pública.

Seguir pretendiendo que un país como China presuma de ser el país con mayor tasa de crecimiento económico del planeta desde hace más de una década (con una tasa promedio del 11% del PIB anual), mientras es considerado el más contaminante del planeta, es un sinsentido a los principios contables, económicos, políticos y ambientales. Habría que admitir la inversión que tendría que realizar China para equilibrar los daños  ambientales ocasionados y restarlos de la renta nacional. El resultado sería una tasa de crecimiento posiblemente muy inferior al contabilizado actualmente. El nuevo PIBe debería adoptarse como nuevo patrón de medición económica que refleja los costes de reparación del medio-ambiente.

Como bien relata la obra inédita titulada “EL PIBe: el producto interior bruto ecológico” (2013),  existen suficientes argumentos jurídicos que ampararía dicha propuesta disruptiva. En el caso de España, no sólo ciertos articulados en la Constitución España sino también un buen número de leyes y reales decretos, fallos judiciales, directivas europeas y convenios internacionales suscritos que apelan todos ellos a hacer más transparente la información ambiental y por ende, los costes de reparación.