Veinte años después de la muerte del comunismo en los antiguos países del Comecón, tras la perestroika y la caída del Muro de Berlín (nov. 1989), la crisis financiera y monetaria actual ha acelerado otra defunción: la del capitalismo occidental. Aquellos que se jactaban del fin del socialismo real y de sus sistemas hiper-centralizados en los extinguidos países del Este europeo -por provocar el colapso económico desde el Politburó- , ahora son los mismos que tendrían que admitir, 2 décadas después, que el capitalismo de Occidente, con la crisis de 2008 está kapput.
Ni Europa ni EE.UU. o Japón están dando soluciones para acabar con los mismos defectos por los que años atrás el Comunismo sucumbió al otro lado del "telón de acero": el Estado controla el aparato económico en la mayoría de la UE, el endeudamiento galopante al 60% PIB, el paro histórico, la recesión aún latente, las dolorosas reformas estructurales sin llegar, el euro por los suelos, el crédito inexistente y, lo que es peor, sin políticas ni políticos coherentes dentro de la Unión o el G-20 para redefinir el Capitalismo. En suma, los idénticos síntomas en torno al desaparecido bloque del Comecón y el rublo como moneda de referencia.
Europa, al igual que España en el 2010, ha tardado 20 años de diferencia en destrozar el insolvente estado de bienestar social y, de echar por tierra así lo que Bismarck en el siglo XIX introdujera entre los teutones con la creación del sistema de prestaciones de la Seguridad Social. Cabe preguntarse hoy en día, si hay alguien ahí entre los nuestros capaz de liderar el post-capitalismo salvaje y especulador, de sentar las bases de un nuevo sistema de convivencia económica, social y de respeto medio-ambiental, que nos haga salir de la más grave crisis social-económica-política y de valores desde la 1ª Reunificación alemana por el canciller de hierro Bismarck en 1871 con la Confederación Germánica.
La UE y sus múltiples interlocutores, están fusilando la paz social y económica: ni las presidencias europeas rotatorias, ni la comisión europea de JM Barroso, ni el presidente del consejo europeo (Herman van Rampoy), ni tan siquiera el presidente francés (Sarkozy) o la cancillera alemana (Merkel), cuentan con cintura. El capitalismo occidental kapput y Europa contra las cuerdas de los especuladores, se consume en el debate de si volver al marco alemán, una vez que el euro no calma la fiebre.
Mientras tanto, y por si no fuera poco, el planeta periclita: sin control la explosión demográfica (a punto de los 9.000 millones habitantes), la destrucción de la noosfera (especies y ecosistema) por la contaminación y sobre-explotación, la hambruna en el mundo y la falta de agua potable, amén de las guerras y la codicia de los brokers y banca.
Ni galgos ni podencos. Mirando a otra parte no se arregla nada. En una empresa privada (de las pocas que van quedando) los malos gestores no duran un telediario. En esta crisis del capital, que se prolonga hasta la 5ª sesión de quimio-terapia, los políticos y estadistas brillan por su ausencia. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que resucite Bismarck o hasta que las ranas de los Cárpatos críen pelo?
Continuará...