Corre la leyenda que La Pantera Rosa, aquellos divertidos dibujos animados de los años sesenta que cautivó la simpatía de medio mundo justamente durante las crisis económicas de los años 70 y 80 en prácticamente los principales países industriales del planeta, hacía divertir con sus gracias y olvidar los problemas a los millones de víctimas y parados. Hoy la programación televisa, los espacios rosa de la tele y los informativos en las principales cadenas han devaluado a la pantera rosa. Nos intentan hacer olvidar de la crisis actual, pero a base de peleas, disputas verbales, ataques, insultos, cuando no de fútbol, mucho fútbol, violencia al cubo en prime-time y alguna que otra porfía por los toros. Muy lejos ha quedado hoy en día el espíritu del gentleman que escondía la Pantera Rosa, que intentaba sortear -aunque fuera en forma animada- los conflictos del día a día con una sonrisa, elegancia suprema y hasta con una pizca de ironía moral.
Y es que aquellos entonces, con la crisis del petróleo, la deuda de los nuevos países industriales o los efectos del crac bursátil de octubre de 1987, pese a su gravedad imperaban las "buenas formas" del gentleman tan en desuso actualmente. Hoy se impone el bucanero, el zaherí del saludo, el corta-créditos, el asalta-trenes, el pistolero, el terrorista, el talibán ideológico, el intolerante nacionalista, el grafitero de conciencia, la factura en B, el convoluto, los multadores de carteles, el recreo reprimido, el 3 por ciento, el parado de larga duración, el "tú más", el fiscalizador de ventosidades... porque a (casi) nadie se le pasa por la cabeza emular a la Pantera Rosa.
Los gentlemen son eso, si acaso: gentilhombres, correctos, ejemplares, educados, emuladores, positivos, tolerantes por encima de todo.... dispuestos a dar su alma en caso extremo por un ideal sin conjugar improperios. En suma, la casta con pedigrí que queremos convertir a los herederos de nuestra generación.