Grandes aspavientos contra el #CambioClimático y elocuentes discursos en la lucha por defender los intereses de la Cumbre del Clima, pero la moral y ética políticas en España se asemejan a un adefesio. A los expedientes abiertos en la Comisión Europea contra España por el tema de las renovables, se le suma ahora la obsesión del ejecutivo español por penalizar lo que hasta la Encíclica del Papa Francisco sobre el medio ambiente pregona para proteger el ecosistema.
Se da la esperpéntica situación que en España la colocación de placas solares o autogeneradores de eólica en nuestras viviendas para el autoconsumo de renovables van a ser penalizados con una tasa superior a la fuga nuclear.
En qué país de moral católica-apostólica vivimos con tanta incongruencia que pese al incumplimiento de la normativa "Europa 20-20-20" para luchar contra las emisiones de #CO2 a la atmósfera seguimos primando al petróleo frente al consumo de las energías limpias y renovables?
En qué país vivimos que la mayoría de nuestros vecinos del entorno europeo y con muchas menos horas de sol fomenta y alienta las placas solares y autogeneradores eólicos para contribuir sobremanera al Cambio Climático, y aquí aún mantenemos la inconciencia que expulsa millones de toneladas de dióxido de carbono y otras partículas contaminantes de forma gratuita?
En qué país vivimos, que en medio de la crisis económica más dura de todos los tiempos, seguimos apostando por el ladrillo nuevo mientras que olvidamos que el 80% del parque de viviendas españolas adolece de ineficiencia energética (fuga y derroche), pudiendo rebajar el sangrante paro reactivando este sector con la rehabilitación de las viviendas y cumpliendo con los objetivos del cumbre de la Tierra?
En qué país vivimos que nos negamos también a apostar por la #economía #verde como sector estratégico como en la mayoría de nuestros vecinos y que sólo en España podría generar hasta 2 millones de empleos y oficios nuevos, mientras en su lugar nos obcecamos con mantener inalterable nuestro modelo productivo (ladrillo, turismo, automoción ?)
En qué país vivimos que como buenos moralistas católicos, en vez de ser la causa solemos ser el efecto y caminar en retaguardia para liderar determinadas revoluciones tecnológicas como la #digitalización de la economía desalentando la expansión de la banda ancha y de los emprendedores digitales (según ciertos gurús España podría generar otros 2 millones de empleos nuevos gracias a Internet y las nuevas tecnologías (TICs) mejorando a la vez nuestros niveles de exposición de contaminación atmosférica ?
Mientras una entidad anquilosada en el pretérito como es el Vaticano se sacude la caspa con el nuevo Papa y su última Encíclica apela por una "revolución cultural" para salvar el Planeta y proteger el medio-ambiente, nosotros vivimos en un país que aspira a quitarse los complejos de enano en política exterior, se postula al G-10 y a mantener un asiento permamente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mientras el ejecutivo (predecesores y actuales) se postran en rehuir del cambio por temor no a la causa en sí sino a perder votos domésticos. Acabamos de concluir unas recientes elecciones municipales y autonómicas en España y me atrevería a afirmar que casi ningún partido ha debatido ni incluido en su programa electoral propuestas medioambientales. Esto denota nuestra baja conciencia ecológica y el nulo cuidado que hace de esta materia nuestra casta. Desde luego con esta monogamia de pensamiento, palabra y obra no vamos a llegar muy lejos, y menos a salir de la litúrgica crisis estructural con fórmulas clásicas.