Estos días se celebra el Salón Internacional del Automóvil en Barcelona. Pese al optimismo por el repunte de la producción, de las ventas y las exportaciones (la industria del automóvil es un sector estratégico de la economía española al representar el 10% del PIB nacional y escalar a noveno productor mundial) la edición de este año 2015 en los recintos de Fira Barcelona aparece un tanto devaluado.
Tanto por el número de expositores, como por las casi inexistentes novedades de las marcas, la floja afluencia de público y la imagen en general dada por el conjunto de los fabricantes, uno se lleva la impresión que la edición del 2015 es producto más un compromiso institucional que un valor añadido para las marcas en comparación con otros salones internacionales (Ginebra, Francfort, París o incluso Madrid).
El descafeinado Salón en Barcelona se traduce en una imagen de inmenso supermercado de vehículos aparcados tanto en el exterior como en el interior, sin apenas atractivo. Por no haber no había ni sala de Prensa reservada a los medios de comunicación donde conocer las novedades de cada marca automovilística, reparto de material gráfico, anuncio de convocatorias o distribución de simples comunicados de prensa. Según los organizadores del Salón, en esta edición se ha optado por echar la "culpa" a las marcas: "Estas son las que se encargan de dar el material informativo a la prensa en sus propios stands".
La reactivación del sector en España después de años de crisis o los millonarios planes PIVE de ayuda del Gobierno para alentar las ventas no se refleja en un Salón de capa caída. No sé si porque las instituciones están más pendientes de las próximas citas electorales, pero Barcelona que presume de ser la "capital del motor" no respira la celebración del Salón. Imagino que las marcas han hecho un esfuerzo por acudir a la presente edición o al menos para cubrir expediente, pero desde luego en este Salón no se palpa ni la recuperación de la economía ni el brillo del lado más atractivo de la industria del motor. La sensación de parquedad, desvalorización y falta de gancho para el gran público y visitantes profesionales no dejan de ser sólo una percepción subjetiva.
De seguir así, para las próximas ediciones algunas marcas presentes y ausentes en la edición del 2015 en Barcelona tal vez se replanteen esta cita en la ciudad condal y opten mejor por potenciar su presencia en España en el Salón del Automóvil de Madrid, la otra capital en los recintos de Ifema.