Estar en paro en España es una desgracia o un cachondeo según se mire. Como Darwin y Wild Frank uno de ha sobrevivir sólo en la selva o si lo prefieren en alta mar. ¿Cuántas oficinas de empleo existen en España? Una por cada comunidad autónoma. Y cada una de ellas parecen que no se comunican entre sí. Estar inscrito en una agencia de empleo (antiguo INEM) te dá derecho a buscar ofertas en su propia demarcación territorial. Pero cuando das -por casualidad- con una en otra CC.AA. resulta que se te veta por no estar inscrito allí como demandante de empleo ni ser residente en esa otra Autonomía. Las incongruencias nos están saliendo caro. Más caro que una excursión de supervivencia sin rumbo fijo por el Trópico.
Más de 30.000 millones de euros al año cuestan al erario mantener el Servicio Público de Empleo (SEPE) para tramitar las ayudas al desempleo a los millones de parados. Sólo la Agencia Catalana del Empleo (SOC) cuenta con un presupuesto anual de 325 millones de euros, de los cuales el 15%, es decir unos casi 50 millones se dedican al capítulo de gastos de personal. Todos tenemos conocidos de gente que llevan inscritos años sin que en todo ese tiempo hayan recibido ni una sola llamada de su INEM (catalán) ofreciéndoles una simple oferta de trabajo. Se supone que esa también es su función, o no? Sin embargo, los parados en España, inscritos en las oficinas de empleo, se han de buscar la vida por su cuenta, porque el ente público ni está ni se les espera.
La privatización del SEPE tal vez podría espabilar a los funcionarios del mismo y ganar en funcionalidad más allá de tanto expediente. En otros países hay un seguimiento regular y un esfuerzo por tramitar ofertas de empleo ajustadas a los candidatos. El binomio INEM-empresa privada en busca de candidatos es una realidad. En la España selvática, las reglas son otras. Cotizamos al Desempleo -los que pueden- para sufragar un sistema a todas luces que desangra.
Empresas y portales privados de Trabajo son mucho más activos que el antiguo INEM, con la ventaja que no nos cuestan dinero. Los rescates de expedicionarios se producen para salvarles de la tragedia. A los desempleados en este país por el contrario se les persiguen estadística y fiscalmente, pero se les abandona como la peste. Son los nuevos huérfanos desvalidos de un sistema de empleo público omiso que se ensaña en riguroso horario de oficina cuando olvidas respetar un plazo pero que nunca tienen salvavidas a mano. Para ello has de confiar en un velero de recreo que haga caso entre olas a las señales de socorro (S.O.S.). El funcionariado está visto que no habla idiomas ni morse.