EL Dataísmo parece que llega para compartir algoritmos y crear una nueva especie humana que nos hará cambiar de paradigma. Como ya avanzamos en el post anterior (El Tecno-Humanismo está engendrando la Data-Religión), la nueva religión o Data-ísmo está basado en el simple valor de los datos y algoritmos. El Dataísmo, que dominará el mundo en unas cuantas décadas, está mutando hacia una nueva religión cuyo valor supremo es "el flujo de información".
Hay quienes piensan dentro del dataísmo que los humanos somos merecidamente los instrumentos de creación del internet de las cosas (IoT) que englobará la totalidad del universo. El sistema cósmico de procesamiento de datos podría erigirse en el nuevo paradigma terrenal. El dataísmo tenderá a conectar todo con todos y viceversa, puesto que somos algoritmos al igual que las cosas. La diferencia con la especie animal respecto a los sentimientos, emociones, etc también son medibles en términos de algoritmos. Nuestra ventaja radica en que sabremos usar mejor los algoritmos que el resto de los animales.
El dataísmo, al igual como hasta el
presente defendía el Humanismo por su parte, también contiene su vertiente
"misionaria". Aspira a compartir todos esos datos y algoritmos con
todos en la red sin excepción y clases creando así -por primera vez desde la
Revolución Francesa de 1789 (cuyos principios hemos asumido toda la humanidad:
Libertad, Igualdad y Fraternidad )- un nuevo valor humanitario: el de la libertad de información (nada que ver
con la libertad de expresión).
Esta
libertad de información se resume
en el principio de que la humanidad a medida que vaya generando datos y algoritmos
se tendrían que compartir en abierto en las redes para que toda la humanidad
pueda beneficiarse y aprovecharlos por el bien de la especie. Este paradigma
nos hará cambiar nuestra percepción (capitalista) del algunos preceptos, como:
el consumo, la propiedad privada y
hasta incluso nuestra concepción cristiana de Dios (que castiga al malo y premia la bueno). La renuncia a
la privacidad individual de forma voluntaria nos abre supuestamente la
posibilidad de experimentar una mayor concepción de la solidaridad entre el
prójimo por medio del hecho de compartir datos con el resto.
Al
igual que el capitalismo que
sobreentiende la existencia de una mano invisible que regula las leyes del libre mercado, en el Dataísmo parece que se impone la mano invisible del flujo de datos. Formando
parte de un conjunto más grande que lo comparte todo, obtendremos mejores
ventajas que en el hasta ahora principio de la privacidad de una parte propia
más pequeña. Frente a las experiencias individuales se nos abre las ventajas de
la experiencia colectiva compartida a disposición de todos.
El Dataísmo, que seguro irrumpe pronto en
el reno de las ideas, del pensamiento, de la política, de la economía, pero
también de la ética y moral, así como de las relaciones internacionales de los
estados, nos está dando ya si acaso una moraleja: redefínete, vuélvete
transparente y comparte tus datos. Los algoritmos parecen que mandarán en el
planeta tecno-humano que nos resistimos a aceptar.